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Excursión de otoño: Fraga de Catasós, dominio de castaños

Domino de castaños

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Antes de que la patata, oh, querido tubérculo, llegase de las américas para ponerse cómoda, hubo un tiempo en el que las castañas reinaban en la cocina gallega. Aunque ahora hayan quedado relegadas a un segundo plano, estos frutos tan nutritivos fueron un pilar fundamental en la alimentación de la población rural.

La Fraga de Catasós es una muestra de ello. 

Este bosque de Lalín (Pontevedra) está compuesto principalmente por castaños, pero estos castaños son algo especiales. Como ya llevamos un tiempo en otoño, esa época en la que nos volvemos locos, agarramos la mochila y nos vamos de excursión a babear con la explosión de color de las hojas de los árboles, nada mejor que este destino para que te hagas una escapadita.

La Fraga de Catasós no es muy extensa, tan sólo 4,2 ha (5,88 campos de fútbol, por usar una medida más universal), ¿pero entonces por qué es tan especial? Porque en él habitan algunos de los castaños más altos de Europa, que llegan a medir 30 metros de alto y 5,5 de perímetros. Unos arbolones dignos de ver.

Además, los señores científicos aseguran que tienen la tasa mayor anual de crecimiento. Que no paran, vaya.

 

La Xunta de Galicia nombró el lugar Monumento Natural en 2002. 

Pero estos castaños centenarios no sólo jugaron un papel fundamental en la alimentación de la zona, sino también a la hora de construir sus viviendas. Hacía falta una fuerte y esbelta madera para fabricar las enormes vigas de los pazos de alrededor y, claro, la solución estaba cerca. 

La Fraga de Catasós tiene otro nombre: Carballeira de Quiroga. Eso es así porque el terreno perteneció originalmente a la familia Quiroga Catasós, quienes plantaron los castaños.

Precisamente con uno de sus descendientes se casó Emilia Pardo Bazán, que escribió parte de su famosa novela Los pazos de Ulloa en una de sus estancias aquí. Ya ves, hasta a la literatura extienden sus raíces.

¿Te apetece conocerlos? Pues ya sabes, tira de Mobe® Via T y escápate.

Eso sí, ya que estás por allí no te olvides de probar el famoso cocido de Lalín, chute de energía tras el paseo.